El Dharma, el estado natural de armonía y equilibrio con todo lo que existe, no lo inventó el budismo. Es la verdadera condición natural de las cosas. Cuando encuentras esta naturaleza ya no te hacen falta el budismo ni ninguna otra filosofía o práctica... Por tanto, las enseñanzas son sólo para captar esta verdad y recuperar tu naturalidad. Todo está en esta tierra, en esta vida.

Las verdaderas enseñanzas, prácticas y vigilancia del budismo no son simplemente otro apartado de la vida. Son un cambio en la trayectoria y la forma de andar.

¿Cuál es el primer paso? Ver que existe una naturaleza pura y fantástica más profunda, escondida bajo la máscara externa e interna de tu identidad. Una vez que ves que de verdad hay una presencia mucho más profunda, tienes que recordar constantemente que ésa es tu verdadera mente y que en este momento todo lo que tienes en tu conciencia es producto de una mente manchada.

martes, 7 de junio de 2011

El sermón del fuego, o Sutta Adittapariyaya

Hoy vamos a examinar el sermón del fuego. El nombre del discurso (sutta) en pali es Sutta Adittapariyaya y significa “el discurso sobre lo que está ardiendo”. Se pronunció ante mil monjes (bhikkhus), y fue uno de los primeros discursos ofrecidos por Buda.

Buda pronunció su primer discurso durante la luna llena de julio, al principio de la estación de las lluvias. Él permaneció durante la estación de las lluvias en Benarés, en el Parque de los Ciervos. Muchos miembros de los clanes acudieron adonde estaba Buda, se ordenaron como monjes, y alcanzaron el estado de Arahants. Cuando hubo un total de sesenta y un Arahants en el mundo, Buda los envió a diferentes lugares para el bienestar, beneficio y felicidad de muchos.
Envió a estos monjes a enseñar su doctrina (Dhamma) a la gente.

Después del período de las lluvias (vassa) fue a un lugar llamado Gayasisa. Allí había tres hermanos que eran ascetas. El mayor tenía quinientos seguidores ascetas, el del medio trescientos, y el más joven doscientos; entre todos tenían un total de mil seguidores. Estos ascetas eran adoradores del fuego. Buda fue donde ellos estaban para enseñarles y hacer posible que pudieran realizar la verdad. Al principio no pudo convencerlos de que todavía no eran Arahants, pues estos ascetas pensaban que ya lo eran. A pesar de que había ido adonde se encontraban y les había mostrado algunos prodigios, aún pensaban que ellos eran Arahants y el Buda no lo era. Así pues, Buda tuvo que mostrarles muchos prodigios hasta que comprendieron que todavía no eran Arahants. Después, se convirtieron en sus discípulos y se los admitió en la Orden.

Cuando se reunieron los tres hermanos y los mil monjes recién ordenados, Buda les ofreció este discurso, el sermón del fuego. Era apropiado que Buda les transmitiera este discurso porque ellos eran adoradores del fuego (tal vez un fuego para sacrificios).

Cuando el Venerable Ananda comunicó este Sutta en el primer concilio budista, dijo: “Esto es lo que he oído: En una ocasión el Bendito estaba viviendo en Gayasisa, en Gaya, con mil bhikkhus. Allí se dirigió a los bhikkhus: “Bhikkhus, todo está ardiendo. ¿Qué es ‘todo’ lo que está ardiendo? Bhikkhus, el ojo está ardiendo, las formas visuales están ardiendo, la conciencia visual está ardiendo, la sensación visual está ardiendo.
También está ardiendo toda sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión visual. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la pasión, ardiendo con el fuego del odio, ardiendo con el fuego de la ignorancia. Yo digo que arde con el nacimiento, la vejez y la muerte; con el pesar, la lamentación, el dolor, la aflicción y la desesperación.

“El oído está ardiendo, los sonidos están ardiendo, la conciencia auditiva está ardiendo y la sensación auditiva está ardiendo. También está ardiendo toda sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión auditiva. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la pasión, ardiendo con el fuego del odio, ardiendo con el fuego de la ignorancia. Yo digo que está ardiendo con el nacimiento, la vejez y la muerte; con el pesar, la lamentación, el dolor, la aflicción y la desesperación.

“La nariz está ardiendo, los olores están ardiendo, la conciencia olfativa está ardiendo y la sensación olfativa está ardiendo. También está ardiendo cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión olfativa. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la pasión, ardiendo con el fuego del odio, ardiendo con el fuego de la ignorancia. Yo digo que está ardiendo con el nacimiento, la vejez y la muerte; con el pesar, con la lamentación, con el dolor, con la aflicción, con la desesperación.

“La lengua está ardiendo, los sabores están ardiendo, la conciencia gustativa está ardiendo y la sensación gustativa está ardiendo. También está ardiendo cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión gustativa. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la pasión, ardiendo con el fuego del odio, ardiendo con el fuego de la ignorancia. Yo digo que está ardiendo con el nacimiento, la vejez y la muerte; con el pesar, con la lamentación, con el dolor, con la aflicción, con la desesperación.

“El cuerpo está ardiendo, las cosas tangibles están ardiendo, la conciencia táctil está ardiendo y la sensación táctil está ardiendo. También está ardiendo cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión táctil. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la pasión, ardiendo con el fuego del odio, ardiendo con el fuego de la ignorancia. Yo digo que está ardiendo con el nacimiento, la vejez y la muerte; con el pesar, con la lamentación, con el dolor, con la aflicción, con la desesperación.

“La mente está ardiendo, los objetos mentales están ardiendo, la conciencia mental está ardiendo y la impresión mental está ardiendo. También está ardiendo cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión mental. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la pasión, ardiendo con el fuego del odio, ardiendo con el fuego de la ignorancia. Yo digo que está ardiendo con el nacimiento, la vejez y la muerte; con el pesar, con la lamentación, con el dolor, con la aflicción, con la desesperación.

Bhikkhus, el sabio y noble discípulo que comprende tales cosas se vuelve ecuánime con respecto al ojo, se vuelve ecuánime con respecto a la forma visual, se vuelve ecuánime con respecto a la conciencia visual y se vuelve ecuánime con respecto a la impresión visual. También se vuelve ecuánime con respecto a cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión visual.

“Se vuelve ecuánime con respecto al oído, se vuelve ecuánime con respecto a los sonidos, se vuelve ecuánime con respecto a la conciencia auditiva y con respecto a la impresión auditiva. También se vuelve ecuánime con respecto a cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de impresión auditiva

“Se vuelve ecuánime con respecto a la nariz, se vuelve ecuánime con respecto a los olores, se vuelve ecuánime con respecto a la conciencia olfativa y llega a la ecuanimidad con respecto a la impresión olfativa. También se vuelve ecuánime con respecto a cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión olfativa.

“Se vuelve ecuánime con respecto a la lengua, se vuelve ecuánime con respecto a los sabores, se vuelve ecuánime con respecto a la conciencia gustativa y se vuelve ecuánime con respecto a la impresión gustativa. También se vuelve ecuánime con respecto a cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión gustativa.

“Se vuelve ecuánime con respecto al cuerpo, se vuelve ecuánime con respecto a las cosas tangibles, se vuelve ecuánime con respecto a la conciencia táctil y se vuelve ecuánime con respecto a la impresión táctil. También se vuelve ecuánime con respecto a la sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión táctil.

“Se vuelve ecuánime con respecto a la mente, se vuelve ecuánime con respecto a los objetos mentales, se vuelve ecuánime con respecto a la conciencia mental y se vuelve ecuánime con respecto a la impresión mental. También se vuelve ecuánime con respecto a cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión mental.

“Se desapega al ser ecuánime. Se libera a través del desapego. Con la liberación está el conocimiento de que se ha liberado. Comprende que el nacimiento ha sido consumido, que ha vivido la vida de santidad, que ha sido hecho todo lo que había que hacer. No hay más nada que hacer”.

Esto dijo el Bendito. Los bhikkhus se alegraron y se regocijaron con sus palabras. Las mentes de aquellos mil bhikkhus fueron liberadas de impurezas sin apego mientras pronunciaba este discurso.


Buda utilizaba diferentes métodos o formas de presentar los asuntos cuando enseñaba a la gente, cuando pronunciaba estos discursos. Esto es lo que se ha llamado ‘elegancia en la presentación’, algo peculiar solamente de los Budas. Buda conocía los temperamentos de sus oyentes y para adaptarse a ellos usaba distintos métodos en sus diferentes discursos (suttas).
Esta es la razón por la que variaban las formas de presentación en sus enseñanzas. En un discurso, un cierto dhamma puede ser llamado impureza y en otro grillete o torrente, o atadura o tendencia latente, etc. Así que a la misma clase de dhamma le daba diferentes nombres de acuerdo a los temperamentos de sus oyentes.

Buda habló en este discurso acerca de lo que está ardiendo. En este discurso algunas de las impurezas se llaman ‘fuego’, aquello que quema. Primero el Buda dijo, “El ojo está ardiendo, las formas visuales están ardiendo, la conciencia está ardiendo y la sensación visual está ardiendo. También está ardiendo cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión visual”.

Buda dijo que todo está ardiendo.
Los ojos están ardiendo, las formas visuales están ardiendo. La conciencia visual, la conciencia de ver y la sensación visual está ardiendo. La impresión visual significa lo que nosotros llamamos ‘contacto’. En los cincuenta y dos factores mentales esto se conoce como phassa. El contacto que acompaña la conciencia visual también está ardiendo. También está ardiendo cualquier sensación (vedana) que acompaña la conciencia de ver. Esa sensación puede ser placentera, dolorosa o neutra. Tenemos sensación placentera cuando vemos cosas que queremos ver. Tenemos sensación dolorosa cuando vemos cosas que no queremos ver. Tenemos sensación neutral cuando vemos cosas que ni queremos ni no queremos ver. En un momento puede haber una sensación agradable, una sensación dolorosa, o una sensación neutra. Buda dijo que esta sensación también está ardiendo.

¿Ardiendo con qué? Cuando Buda dijo que el ojo está ardiendo y las formas visuales están ardiendo etc., estamos tentados a preguntar: ¿Ardiendo con qué?
Nosotros no vemos fuego en el ojo, ni en la forma visual, ni en los demás. Buda dijo que están ardiendo con el fuego de la pasión, con el fuego del odio, con el fuego del engaño (en pali: lobha, dosa y moha). Cuando la conciencia visual o la conciencia de ver está acompañada por codicia, deseo o apego se dice que está ardiendo con lobha, está ardiendo con codicia, está ardiendo con deseo, está ardiendo con apego.

Experimentamos cólera o surge odio en nosotros cuando vemos algo que no queremos ver o que detestamos ver. Cuando nuestra conciencia de ver está acompañada por odio o cólera, se dice que esa conciencia está ardiendo con odio, arde con dosa. El fuego de la ignorancia es moha y siempre está acompañada de pasión y odio. Siempre que hay pasión hay también ignorancia. La ignorancia siempre está presente con los tipos de conciencias insanas. Algunas veces no tenemos ni pasión ni odio, sólo ignorancia. Entonces se dice que la conciencia visual está ardiendo con ignorancia, con moha.
Estos son los tres fuegos que queman nuestros ojos, queman la forma visual y arden con la conciencia visual. Hay factores mentales que acompañan la conciencia visual. Uno de ellos es el contacto o phassa. Éste también está ardiendo porque está acompañado por la pasión, el odio o la ignorancia. Cuando hay contacto hay sensación porque la sensación nace del contacto. Esa sensación también está ardiendo porque está acompañada por pasión, odio o ignorancia.

No solamente existen estos tres fuegos. Hay otros fuegos.
“Yo digo que está ardiendo con el nacimiento, la vejez y la muerte; con el pesar, el lamento, el dolor, la aflicción y la desesperación”. También se dice que está ardiendo con el nacimiento o el renacer porque causa dolor. Es la fuente del dolor y del sufrimiento.

Se arde con la vejez pues todo se torna viejo, todo cambia y envejece. El proceso de envejecimiento oprime todo, así que se dice que todo arde con la vejez. Se arde con la muerte pues a cada momento se desaparece. En cada momento hay cesación. ‘Muerte’ significa no solamente la muerte al final de la vida, sino en cada momento cuando las cosas desaparecen, cuando los fenómenos mentales y físicos cesan. Todo es oprimido por la muerte, la desaparición, la disolución. Así que se dice que está ardiendo con la muerte.

Algunas veces decimos que arde con pesar. Tenemos pesar cuando alguien querido por nosotros muere. En ese momento ardemos con pesar. Otras veces lloramos. Cuando esto ocurre ardemos con lamentaciones. A veces tenemos dolor corporal, entonces, en tal momento ardemos con dolor. Otras veces tenemos dolor mental. Cuando esto ocurre ardemos con aflicción. Otras veces nos desesperamos por algo. En ese momento ardemos con desesperación.

Se dice que todas estas cosas; el ojo, la forma visual, la conciencia de ver, el contacto y la sensación arden con estas once clases de fuegos. ¿Puedes nombrar los once? Son estas: pasión, odio, ignorancia, nacimiento, vejez, muerte, pesar, lamentación, dolor, aflicción y desesperación. A estas once se las llama ‘las once clases de fuego’. Todo en el mundo se está quemando con una o más de estas once clases de fuego.

El ojo arde porque las propiedades físicas que hacen al ojo siempre están cambiando, surgiendo y desapareciendo. Surge una nueva propiedad material y entonces desaparece. Así que el ojo arde con el nacimiento, la vejez y la muerte. La conciencia arde con pasión, odio, ignorancia, pesar, lamentación, dolor, aflicción y desesperación. Todo arde en este mundo.

Podrás pensar que es deprimente saber que todo está ardiendo. Mucha gente tiene la impresión de que el budismo solamente enseña y se interesa en el dolor. Piensan que los budistas sólo hablan del sufrimiento. El budismo habla acerca del origen, la cesación y el camino para salir del sufrimiento.

Buda es como un médico.
Cuando un médico examina a una persona y encuentra que está enferma, le dice que tiene tal o cual enfermedad. No podemos acusar al médico de ser pesimista al decirlo, porque sólo está expresando un hecho.

La persona está enferma y debe ser cuidada. En la misma forma, Buda quiso apuntar a un hecho cuando expresó que todo está ardiendo. Este hecho no se puede evitar, ocultar o esconder. Cuando Buda dijo que todo está ardiendo estaba expresando un hecho, la experiencia de la realidad. Todo arde con el fuego de la pasión, el odio, la ignorancia y otras clases de fuegos.

“El oído está ardiendo. Los sonidos están ardiendo. La conciencia auditiva está ardiendo. La impresión auditiva está ardiendo. También está ardiendo la sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surge por motivo de la impresión auditiva. ¿Ardiendo con qué? Ardiendo con el fuego de la pasión...” Lo mismo ocurre con la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente. Todo está ardiendo.

El oído está ardiendo. Los sonidos están ardiendo. ¿Cuándo están ardiendo el oído y los sonidos? Cuando hay en nuestra mente pasión, odio o ignorancia. Se dice que arde la conciencia, la impresión y sensación auditiva. Y el oído arde con el nacimiento, la vejez y la muerte. Estamos ardiendo con pesar, lamentación, dolor, aflicción y desesperación cuando sentimos pesares debido a algo que oímos. Por tanto, el oído es un lugar que puede también arder con diferentes clases de fuegos.

La nariz está ardiendo. Los olores están ardiendo, etc. Surge en nosotros pasión o deseo cuando olemos algo que nos gusta, por ejemplo, el olor de un perfume. Se dice que la conciencia olfativa arde con pasión, deseo y apego cuando hay pasión, deseo o apego en nuestras mentes.
Sentimos rechazo cuando olemos algo que no queremos oler como un mal olor. En ese momento estamos ardiendo con odio, ardiendo con cólera. Se dice que estamos ardiendo con ignorancia cuando estamos indecisos sobre algo que olemos, cuando no sabemos acerca de algo que olemos. La nariz y los olores tienen un principio y un fin. Por tanto, arden con nacimiento, vejez y muerte. También podemos sentir pesar, lamentación, dolor, aflicción y desesperación cuando sentimos pesar por algo que olemos. Arde todo lo relacionado con la nariz; olores, conciencia, impresiones y sensaciones.

“La lengua está ardiendo. Los sabores están ardiendo”. Podemos tener apego o deseo cuando probamos algo que nos gusta. En ese momento arden nuestras lenguas. Sentimos odio o cólera cuando probamos algo que no nos gusta. Así que en ese momento nuestras lenguas también están ardiendo.

Esto ocurre muy a menudo porque cada día experimentamos imágenes, sonidos, olores, sabores, objetos tangibles y mentales. Tendemos a sentir deseo o apego cuando nos topamos con cosas que nos gustan. Tendemos a sentir cólera u odio cuando nos encontramos ante cosas que no nos gustan. Por tanto, es muy difícil mantenerse a salvo de caer en lobha o dosa.

“El cuerpo está ardiendo. Las cosas tangibles están ardiendo.
La conciencia táctil está ardiendo... etc.”. Se dice que nuestra conciencia táctil y nuestra conciencia corporal están ardiendo con pasión cuando sentimos apego al tocar algo agradable al tacto. Podemos sentir cólera u odio cuando tocamos algo que no nos gusta o cuando nos golpeamos contra algo y sentimos dolor. Nuestra conciencia táctil o corporal arde con odio cuando el enojo o el odio están presentes. Se dice que nuestra conciencia está ardiendo con ignorancia cuando estamos indecisos o no sabemos lo que tocamos. El nacimiento, la vejez y la muerte oprimen al cuerpo, los objetos tangibles y la conciencia. Ellos también arden con estos fuegos. Estamos ardiendo con pesar, lamentación, dolor, aflicción y desesperación cuando hay pesar con respecto al cuerpo.

“La mente está ardiendo. Los objetos mentales arden”. Algunas veces pensamos en algo que en nuestra mente es agradable o desagradable. Podemos sentir apego o codicia cuando pensamos en cosas agradables. Puede surgir apego o pasión cuando pensamos en algo agradable. Podemos sentir odio o cólera con objetos desagradables. Así que la conciencia mental también puede arder con pasión, odio, ignorancia y otros fuegos. También la mente es impermanente, va y viene. Se genera para luego desaparecer. Está oprimida por el nacimiento, la vejez y la muerte. Nuestra mente está ardiendo con pesar, lamentación, dolor, aflicción y desesperación cuando hay pesar, etc., con respecto a objetos mentales. En este contexto los objetos mentales significan “objetos del dhamma”.

De acuerdo con esto hay fuego en todas partes. Todo está ardiendo. Pero ¿hay fuego todo el tiempo? ¿Ardemos todo el tiempo? ¿Arden sus oídos todo el tiempo? Podrías decir que “no” si comprendes el Abhidhamma. No arde todo el tiempo; sólo arde cuando la conciencia está acompañada por lobha, dosa o moha. Arde solamente cuando se tienen conciencias akusala, conciencias insanas con respecto al ojo, etc. El fuego se puede extinguir si podemos actuar en tal forma que no surjan conciencias akusala con respecto a los ojos, objetos visuales y demás. El fuego se puede evitar. Se evita con respecto al ojo y al objeto visual cuando ven algo placentero y no sienten apego hacia ese objeto. Lo mismo es cierto cuando ven algo desagradable y no se perturban o enojan. De esta manera evitan el fuego con respecto al ojo y al objeto visual. El fuego existe solamente cuando tenemos conciencias akusala. Podemos detener o evitar este fuego si logramos evitar que surjan las conciencias akusala cada vez que vemos, oímos, olemos, probamos, tocamos o pensamos.

Buda dijo: “Bhikkhus, el sabio y noble discípulo que comprende tales cosas se vuelve ecuánime con respecto al ojo, se vuelve ecuánime con respecto a la forma visual, se vuelve ecuánime con respecto a la conciencia visual y se vuelve ecuánime con respecto a la impresión visual. También se vuelve ecuánime con respecto a cualquier sensación placentera o dolorosa, o ni dolorosa ni placentera que surja por motivo de la impresión visual”.

A veces cuando leemos los discursos debemos también entender lo que no está explícitamente dicho. El Buda dijo: “Bhikkhus, el sabio y noble discípulo que comprende tales cosas se vuelve ecuánime con respecto al ojo, etc.”. Un discípulo debe practicar algo con el fin de ser ecuánime con respecto al ojo o las formas visuales. Antes de lograr la ecuanimidad debe hacer algo con respecto a esas cosas.

Cuando decimos que alguien es un doctor queremos decir que esa persona estuvo en una escuela de medicina durante un número determinado de años hasta llegar a ser doctor. Una persona es doctor porque debió haber sido estudiante durante un número de años. De la misma manera, cuando un discípulo sabe y logra ser ecuánime es debido a que tuvo que haber hecho algo antes de lograr la ecuanimidad con respecto a los ojos y demás.

Ahora, ¿qué debemos hacer para ser ecuánimes con respecto a los ojos, formas visuales y demás? Debemos practicar vipassana. Debemos practicar estar en completa atención. Cuando practicamos estar en atención completa se logra ver la verdadera naturaleza del ojo, de las formas visuales, de la conciencia visual y demás. Veréis que hay mente y cuerpo cuando lleguéis a un cierto grado de concentración. Hay una mente que va hacia al cuerpo o materia, pues la materia no percibe. Luego veréis que existe una relación de causa y efecto entre los diferentes fenómenos mentales y físicos. Todo sale de algo. No hay nada que venga de nada. Existe una relación de causa y efecto entre todas las cosas.

Luego llegaréis a ver el surgir y cesar de las cosas. Cuando veáis este surgir y cesar de las cosas podréis ver su naturaleza insatisfactoria así como la incapacidad de ejercer autoridad sobre ellas. No les podréis decir: “No seáis impermanentes”. Así es que poco a poco podréis ir viendo la verdadera naturaleza de la mente y el cuerpo, la mente y la materia, hasta que os volváis ecuánimes hacia ellos.

Debéis hacer algo antes de ser ecuánimes con los ojos y demás. Debéis practicar meditación vipassana. Con la práctica de la meditación vipassana lograréis ser ecuánimes porque veréis la naturaleza de las cosas al alcanzar samadhi (concentración) y el conocimiento de penetración. Verán cómo las cosas van y vienen, surgen y cesan, y no existen ni siquiera en dos momentos consecutivos. Os volveréis ecuánimes cuando algo aparece y desaparece, surge y cesa. No os aferraréis, ni desearéis, ni os apegaréis a ello. Al ver a través de la vipassana os volveréis ecuánimes con respecto a todas las seis clases de objetos y sus conciencias correspondientes.

“Se desapegan al ser ecuánimes”. En este contexto, ‘desapegado’ apunta en primer lugar a la derrota de las identidades (los tres venenos). Querréis liberaros de estas cosas cuando sois ecuánimes hacia ellas. Trataréis de salir de ellas y el resultado es que saldréis de ellas. Se dice que al salir de ellas os “volveréis desapegados”, verdaderamente desapegados. Es como quitar una mancha. A uno no le gusta tener una mancha en la ropa. Uno es ecuánime con respecto a la mancha y trata de quitarla. La ropa se vuelve limpia cuando la mancha se va. De la misma forma tenemos las manchas de la pasión, el odio, la ignorancia y muchas otras. La mente se purifica cuando éstas se van y se hace verdaderamente desapegada.

Así que cuando se dice que: “Se desapega al ser ecuánime” significa que practica la meditación vipassana. Va de un estado más alto a otro hasta llegar al estado de realización. En este estado su mente está desapegada. Se libera a través del desapego. Cuando hay desapego hay liberación de las impurezas mentales y finalmente también habrá liberación del pesar, la lamentación y demás, liberación de la rueda de renacimiento.

“Cuando se libera habrá el conocimiento de que se está liberado”. Cuando se está liberado se sabe que se está liberado. Esa realización o conocimiento llega por sí mismo a la persona. “Sabrá que el nacimiento ha sido consumado”. Sabrá que no habrá más renacimientos cuando se ha liberado. “Se ha vivido la vida de santidad”. La ‘vida de santidad’ significa la práctica del sasana, la práctica de las enseñanzas de Buda, la práctica de la vipassana. Se ha vivido la vida de santidad. No hay nada más que hacer.

“Se ha hecho lo que había que hacer”. Se refiere específicamente a lo que los monjes tienen que hacer. Aquí ‘lo que había que hacer’ significa practicar la meditación vipassana para liberarse de las impurezas mentales y del ciclo de renacimientos. Esto también se hace.

“No queda nada que hacer sobre esto”. No hay nada y no queda nada por hacer. Todo lo que se tenía que hacer se ha hecho.

“La persona que está liberada conoce”. Se refiere al conocimiento reflexivo que llega después de la realización de la verdad y que llega después de los diferentes estados de santidad. “Esto dijo el Bendito,” es decir, Buda lo dijo. “Los bhikkhus se alegraron y se regocijaron con sus palabras”. Los bhikkhus se alegraron y regocijaron con sus palabras mientras escuchaban el discurso. Aceptaron sus palabras.

“Las mentes de aquellos mil bhikkhus fueron liberadas de impurezas sin apego mientras se pronunciaba este discurso”. Esto significa que después de escuchar este discurso lograron convertirse en Arahants. Estos mil monjes escucharon el discurso del Buda atentamente con alegría y aceptación. Al final del discurso sus mentes estaban libres de impurezas mentales. Ellos se convirtieron en Arahants.

Se asemeja a la realización que ocurre en un instante. Esto era posible durante la época del Buda. Actualmente es muy, muy difícil. Aún la realización gradual es difícil. Las personas que conocieron al Buda y tuvieron la oportunidad de escuchar sus enseñanzas fueron muy afortunadas. Fueron aquellas que habían acumulado en sus vidas pasadas las cualidades o perfecciones necesarias. Eran los que estaban listos para alcanzar la iluminación. Esa es la razón por la que nacieron durante la época del Buda, lo conocieron, escucharon sus enseñanzas y lograron la iluminación. Pero las personas de hoy día no son tan afortunadas como aquellas personas. No podemos ver a Buda ni escuchar las enseñanzas de su persona o la comunicación personal de sus discursos. Así que nos encontramos ahora aquí…

Hoy día sus enseñanzas todavía están disponibles. Lo que dijo Buda cuando estaba a punto de morir fue: “Ananda, cuando me haya ido mis enseñanzas serán el maestro”. Buda no designó a ninguna persona para que lo sucediera. Dejó sus enseñanzas para que sus discípulos las consideraran como el maestro, como el Buda. Ahora las enseñanzas están con nosotros. Podemos comprenderlas y leerlas. Aun hoy día podemos poner en práctica las enseñanzas de Buda. Por tanto, no somos tan desafortunados.

También podremos llegar a realizar la verdad en esta vida si hemos acumulado suficientes perfecciones. Si no tenemos ninguna de las perfecciones podremos acumularlas ahora mediante la práctica de la meditación, siguiendo las instrucciones de Buda y mediante la práctica de sus enseñanzas. No hay razón para desesperarse. Debemos tomar lo que tenemos ahora. Tenemos ahora las enseñanzas de Buda y la práctica de meditación, especialmente de la meditación vipassana.

La meditación vipassana puede conducirnos a la liberación final, a la erradicación total de las impurezas de nuestras mentes. Aun cuando no podamos alcanzar en esta vida este estado superior, podremos disminuir las impurezas mentales o deshacernos de ellas poco a poco a tal grado que nos permita acercarnos a la realización, conforme pase el tiempo.

La práctica de la meditación vipassana debe hacerse con diligencia. Debe practicarse todos los días a fin de acrecentar nuestra observación de manera que desarrollemos el conocimiento sobre los fenómenos físicos tal como verdaderamente son. Este conocimiento nos permitirá alcanzar la realización final de la verdad.

La meditación vipassana no es sólo para leerse o debatir sobre ella. Es para practicarla. Solamente cuando se practica es cuando se pueden obtener beneficios de ella. Es como la medicina, que tiene que tomarse para curar la enfermedad.

La meditación trata nuestras mentes. Intenta limpiar nuestras mentes de impurezas. Por eso debemos esforzarnos. Nadie puede purificar nuestras mentes. Ni siquiera Buda puede hacerlo. El maestro puede darnos instrucciones, decirnos qué hacer y qué no hacer, pero no puede purificar nuestras mentes. Solamente nosotros podemos purificar nuestras mentes. Debemos practicar y depender de nosotros mismos. Los maestros solamente pueden guiar, enseñar o instruir pero no pueden practicar por nosotros. El budismo o lo que nos enseñó Buda es una enseñanza que depende de uno mismo. Debéis confiar en vosotros mismos. Entonces alcanzaréis lo que Buda y sus discípulos alcanzaron. Tratad de practicar meditación y haced de la práctica parte de vuestra vida diaria.

La meditación es como comer o dormir. Cada día comemos y dormimos. De la misma forma necesitamos cada día de la meditación porque nuestras mentes están casi siempre con impurezas mentales. Debemos limpiar nuestras mentes de estas impurezas mentales. La meditación es el único camino para lograrlo.

2 comentarios: